Mi papá solía contarme que su papá, mi abuelo, tenía esa gran conexión con nuestros indígenas wayuu, conexión que no era fácil lograr, que requería de tiempo, de más que una relación normal; era cuestión de vibras, de encajar en su mundo, de entenderlo, de valorarlo, de honrarlo. Hoy me pregunto, será que esas historias han revivido en mi? Sera que mi abuelo, que hoy no está, me labró este camino?
Lo cierto es que cada vez hay más conexión, afinidad, un sentimiento de familiaridad y una sensibilidad de mi parte hacia ellos; y que hoy me atrevo a decir es mutua. Si me traslado al primer viaje que hice a una ranchería, ya con la visión de crear una marca (porque antes era solo fiel cliente, que solía admirarlas y elogiar su trabajo, durante las vacaciones que pasaba en casa de mi abuela); se me vienen a la mente mujeres con unas mantas bellísimas, cada una acostada en su chinchorro, con una paz en su mirada (que entendía que provenía de la paz que emanaba su entorno), también cada una con su aguja en mano; pero así mismo tenían una mirada que me decía “no nos abrimos a cualquiera que venga por acá”. Esto me causo un poco de temor al principio, era todo un riesgo y al mismo tiempo una aventura querer adentrarme y hacer parte de cierta manera a una cultura que me di cuenta era totalmente ajena a mi mundo. Fue ahí, cuando entonces tomé posición de entera firmeza, y me propuse contra todo pronóstico, a arriesgarme, a aceptar el reto de convertirme en su aliada y amiga; a unir mi mundo y el de ellas, entrelazarlo, darles lo más lindo del mío y recibir lo bello y precioso del de estas mujeres.
Hago un paréntesis para contextualizarlos, debo explicar un poco mis raíces, lo cual pienso hacer con detalle en una próxima sentada a escribir. Por ahora, basta con decirles que estas, mis raíces, son propiamente Guajiras, mis papas nacen en este bello lugar de Colombia, mis ancestros también. Con esto entenderán un poco desde la historia de mi abuelo, hasta lo que les iré contando.
Hoy digo, ese propósito del que hablaba, de llegar a esta comunidad solo a crear marca, se esfumó. Cuando me di cuenta que realmente llegaba a que ellas impregnaran tantas cosas positivas en mí, en mi vida, en mi manera de verla, de sentirla, de vivirla. Así es, me embarque en un viaje que me envolvió, me apasiono y lo sigue haciendo, que me permite descubrirlas y redescubrirme día a día cada vez más, hasta el punto en que pienso que mi propósito de vida es claramente ese: Lograr la unión de dos mundos por medio de este viaje. Viaje que quiero empezarles a contar por aquí, viaje que no termina, viaje que espero les haga transportar de alguna u otra manera, a sentir y conocer una forma de vida increíblemente maravillosa y cargarla por el mundo a través de una mochila o una pieza WAYA.